La pandemia ha sido dura para todas las bandas de gira de rock del planeta. Pero pocos grupos vieron sus planes de dominar el mundo de manera tan decisiva como Colony House. A principios de 2020, el cuarteto de Franklin, TN, estaba en la cúspide de un gran avance. Leave What’s Left Behind, su tercer álbum, había sido lanzado en enero con gran éxito. En el circuito de cabezas de cartel que acompañaba al grupo, dejaron las cabezas dando vueltas (y los críticos zumbando) en todo el país. Luego, en marzo de ese año, justo cuando la ola estaba llegando a su cima, todo se detuvo.
Pero cuando las grabaciones son tan buenas como las que hace Colony House, el boca a boca es difícil de cerrar. Al final resultó que, ni siquiera un cataclismo global podría quitarle el viento a las velas del grupo. Un set de concierto — el incendiario Colony House Live, vol. 1, mantuvo el impulso y, cuando el grupo estuvo listo para volver a la carretera, el apetito por la música del grupo era voraz. Ahora viene “Cannonballers”, un punzante recordatorio de cuánto calor puede generar el cuarteto. Es una amalgama brillante de riffs de surf-rock, melodías de blues, intensidad de rock sureño y el tipo de composición de canciones sencilla, sensata y con gancho característica de lo mejor de América.
También es una narrativa fascinante. Eso no es nada nuevo para Colony House: Leave What’s Left Behind se juega como una colección de cuentos escritos con precisión, con temas recurrentes y personajes familiares, juegos de palabras crepitantes, gestos dramáticos y alcance cinematográfico. “Cannonballers” comienza justo donde lo dejó el álbum con la historia de un vuelo en la carretera, indicios de fechorías criminales, sirenas en la distancia y una sensación de paranoia y desestabilización que resultará familiar para cualquiera que haya vivido en América en los últimos años. Tal vez el narrador está huyendo de la policía. Tal vez está huyendo de sí mismo.
Los miembros de Colony House aportan esa misma energía frenética al clip de “Cannonballers”. También están ansiosos por hacerle saber cuán magnetizantes son en concierto. Los cuatro miembros del grupo irradian carisma, y todos causan una impresión abrasadora. Hay una vibra de película de espías en el clip y también pistas de programas policiales de la década de 1970 y películas de terror. Espere autos antiguos, acrobacias aterradoras en la carretera, cielos altos del medio oeste, vallas blancas, fuegos artificiales y esqueletos que aparecen en los lugares más extraños. Todo pasa a un ritmo vertiginoso: un clip adecuado para una banda que simplemente no puede ser ralentizada.