Clara Peya, la compositora y pianista catalana, es una joya rara en el mundo de la creación cultural. Su enfoque del arte como una herramienta para la transformación social la distingue, y su prolífica trayectoria tanto en la música como en la dramaturgia es testamento de su compromiso. Reconocida con el Premio Nacional de Cultura de Catalunya en 2019, Clara Peya busca constantemente provocar reflexiones en la conciencia de su público.
Su último álbum, “Corsé”, es una obra que celebra a aquellos seres imperfectos, inacabados y fallidos que desafían las normas rígidas y sádicas de una sociedad en constante conflicto con el cambio, la transformación, el paso del tiempo, la edad, el envejecimiento y la disolución del yo.
Clara Peya utiliza su música como un medio para cuestionar y resistir las fuerzas que buscan mantenernos en un corsé social, limitando nuestra autenticidad y nuestra capacidad de evolucionar. Su obra no solo proviene de una reflexión interna y personal, sino que también sirve como catalizador para la transformación global.
En un mundo donde la conformidad a menudo se valora sobre la autenticidad, Clara Peya emerge como una creadora que desafía las expectativas y aboga por la libertad individual y colectiva. Su música es un recordatorio de la poderosa conexión entre el arte y la transformación social.
El miércoles 15 de noviembre lo estará presentando en el Festival de Jazz de Barcelona con Ferran Palau y Àlex Serra como invitados. Entradas a la venta aquí.
Corsé es el disco número 13 de Clara Peya. Contiene 13 canciones cantadas por 13 músicos distintxs, creando un espectro vocal que abarca desde Marina Herlop a Salvador Sobral, pasando por Ferran Palau, Albert Pla, Pol Batlle o Sílvia Pérez Cruz. Juntxs abordan un reto transformador que parte del cuestionamiento del concepto de perfección imperante en nuestra sociedad. Un concepto estrecho, excluyente y falso que nos estanca. Por ello estamos ante una obra llena de violencia: tanto la que ejerce el statu quo contra la disidencia como aquella que ejercemos contra nosotros mismos precisamente por el miedo a no encajar en los cánones. Esa opresión, al igual que un corsé, nos aprieta, nos ahoga y nos inmoviliza; y además nos anestesia con la promesa de una felicidad estática que no es más que una foto fija trucada.
Una cosa perfecta es una cosa ya hecha, terminada, estática. Es algo que no admite discusión, debate, reflexión. Nos limita y establece criterios cerrados de validez prometiéndonos falsas ideas de completitud, belleza, feminidad correcta o felicidad normativa. Y no encajar en ellas puede provocar un dolor auto infligido. Frente a todo ello Clara Peya y sus 13 colaboradorxs se aferran al pensamiento independiente y a la creación artística como vía para rebelarse contra los compartimentos estancos, las identidades cerradas y las cosas perfectas. Porque los seres imperfectos cambian y se mueven. Su desencaje y el no sentirse completos les hace desear. Es porque no somos perfectos por lo que podemos salir de nosotros mismos a buscar algo en el mundo y en los otros.
Para marcar este camino reflexivo propuesto en el disco, que va desde el corsé de la perfección a la liberación de la imperfección, Clara Peya desveló tres pasos fundamentales a modo de singles de adelanto. En la que es semilla y a la vez inicio del disco, ‘Sota les dents’, una canción de despertar en colaboración con Leo Rizzi, nos habla de la incomodidad de habitar un cuerpo, de la violencia y el maltrato que ejercemos sobre él. En ‘Cerebralmente’, su continuación en colaboración con Ede, nos propone una oración al reposo, a la evasión, al descanso, a la necesidad de hacer un stop y respirar… todas ellas acciones revolucionarias en los tiempos en los que vivimos. Y es en ‘El Tall’, un tema que habla de la confianza y del poder junto a Ferran Palau, donde aprendemos a hacernos responsables de curar, sostener y cuidar nuestros actos para abrazar nuestra propia imperfección.
Ante toda esa violencia, por tanto, Corsé apuesta por el desahogo, el deseo, la embriaguez, el amor y el movimiento frente a una sociedad que nos quiere atrapar en imágenes estáticas que nos hacen temer al paso del tiempo y a la imperfección que nos hace únicos, irrepetibles y deseosos. La buena noticia es que, frente a las promesas de perfección, belleza estática, eternidad y falsa felicidad que este mundo nos hace, resulta que al final todxs somos imperfectxs y fallidxs. Y ahí, en ese fracaso colectivo, hay toda una revolución pendiente en la que podemos unirnos para librar en común.