Con una voz audaz nacida de las calles arenosas de Memphis, este auténtico cantautor tiene un mensaje de esperanza que resuena de una manera sorprendentemente honesta. Cuando era niño, Dylan creció rodeado de música y comenzó a tocar la guitarra. Pero pasó su adolescencia rodeado de drogas y cayó en una adicción extrema. Esto lo llevó por un camino realmente oscuro que finalmente lo llevó a la cárcel frente a una sentencia de 30 años.

Mientras estuvo tras las rejas, Dylan confió en su fe en Dios. Escribió canciones sobre su historia y sobre cómo salir de las profundidades de la adicción con un nuevo y profundo despertar espiritual que impregna su música. Sus compañeros de prisión lo apodaron “Songbird”, que ahora muestra con orgullo en la tinta de un tatuaje en los nudillos.

Seis meses después, Dios volvió a trabajar y Dylan fue puesto en libertad condicional. Asistió a la escuela bíblica y se convirtió en ministro ordenado, donde cambió completamente su vida. Dylan se mudó a Nashville, donde fue descubierto por Gary Becker de PACE Entertainment, y rápidamente comenzó a trabajar en música con el productor Dan Tracey de Alan Parsons Live Project. El resultado es una mezcla de raíces country y rock que explora temas de amor y fe, y cuenta la fascinante historia de un sobreviviente milagroso que venció las adversidades.

“Mi música es una guía hacia mi corazón y mi alma y representa cómo uno puede encontrarse a sí mismo y seguir su corazón hacia la redención y el éxito”, dice Dylan. “Mi compromiso hoy no es solo concentrarme en estar sobrio, sino usar mi música para ayudar a los demás”.