Salto de madurez, tanto a nivel lírico como instrumental, del trío barcelonés, que entrega diez nuevas canciones redondas y de producción impecable (mano a mano con Alberto Pérez de Sol de Sants) en su segundo álbum.
Elegante, rico en influencias bien traducidas y envuelto en una digna oscuridad donde siempre brilla al fondo la esperanza, The Deer es un excelente ejercicio de estilo con el que The Death of Robert logran alicatar su propia voz.
Con una interpretación emocional convincente en todo momento, la banda aborda una narrativa ambiciosa que se sumerge en el laberinto de las relaciones actuales, dibujando un camino serpenteante que va desde la fragilidad hasta la supervivencia.
The Death of Robert presentarán su nuevo disco en la sala Taro de Barcelona el 25 de noviembre y en la sala Maravillas de Madrid el 9 de diciembre.
Hay quien dice que la elegancia no es algo que se pueda comprar o adquirir de la nada. Que se nace siéndolo o no. Pero sí se puede entrenar: partiendo de una base, se puede perfeccionar, dirigir y aplicar la elegancia cada vez más certeramente en un objetivo concreto. Como por ejemplo hacer música. Que The Death of Robert nacieron siendo elegantes es un hecho. No hay más que oír Casablanca, su álbum de debut de 2020. Pero lo son mucho más en The Deer, su flamante segundo trabajo: diez canciones que elevan al trío barcelonés a la clase noble del pop-rock independiente nacional.
Sin restringirse a ningún subgénero del pop-rock en concreto, The Death of Robert interpretan con acierto sus claras y ricas influencias, que van desde la cruda honestidad teatral de Angel Olsen hasta el glamour oscuro y posmoderno de The Last Shadow Puppets o Arctic Monkeys, pasando por la sombra del post-punk y por figuras capitales como Radiohead, Nick Cave, Leonard Cohen. Grandes referencias, que hacen suyas en un excelente ejercicio de estilo, con composiciones redondas y producciones (mano a mano entre la banda y Alberto Pérez de Sol de Sants) impecables, como si las canciones siempre estuvieran recién enceradas y brillantes.
El trío, compuesto por Lara Giardina, Pablo Salvadores y Robert Panadés, se atreve además con una narrativa ambiciosa: adentrándose con valentía y ojo clínico en el laberinto de las relaciones, tratan asuntos como la pasión, la vulnerabilidad, la falta de comunicación y las consecuencias de las emociones mal dirigidas. La constante búsqueda de algo que nos satisfaga al instante y la proliferación consecuente de relaciones fugaces y superficiales son aspectos que interesan especialmente a la banda. ‘Cameron’ y ‘Polar Kisses’ hablan de ello. La primera, intensa, gloriosa, sensual y barroca ma non troppo, con la solemnidad preciosista que le otorga un soberbio despliegue instrumental y la dignidad aristocrática de la voz de Lara. Y la segunda, intrigante y un punto melancólica, con un buen regusto a Alexandra Savior y a secretos susurrados a la orilla del mar de noche.
‘La Mala Hostia’ aborda también un tema similar, con el componente añadido del empoderamiento y la determinación necesarias para salir de una situación tóxica. Sus formas, más cercanas al post-punk, a las guitarras tipo Sonic Youth y a la crudeza ochentera de The Smiths, van acordes con la energía de la parte lírica. Por contra, la pequeña y delicada ‘Lilac’ muestra de manera directa, honesta, sin más adorno para la voz de Lara que un arpegio de guitarra y abanderando la belleza de la sencillez, el sentimiento de inferioridad, las inseguridades y los complejos emocionales.
Pero no solo hay problemas y oscuridad en el horizonte sentimental de The Deer. Siguiendo la línea instrumental de ‘Cameron’, con gran peso de violines, cellos y pianos, ‘Bath Oil’ puede catalogarse sin miedo como una canción de amor (romántico). Una a medio camino entre el carisma de Leonard Cohen, The Last Shadow Puppets y la grandeza melódica de Lana del Rey. Luego la trotona, desafiante y seductora ‘Hedera’ reivindica poéticamente el poder del sexo como elemento de unión sentimental entre dos personas. Y ‘The Viennese Square’, también bonita, delicada y mecida por el tintineo de un riff de teclado DX7, parece ensalzar las relaciones que son sanas y sencillas.
El disco se cierra con la canción que le da título: ‘The Deer’, un corte onírico y casi anestésico que revela el lado más dreampopero y ligeramente psicodélico de The Death of Robert. Es la vuelta al hogar, un rayo de esperanza entre tanta oscuridad, el final de un camino serpenteante que va desde la fragilidad hasta la fortaleza, la renovación, la lucha por la supervivencia y la esperanza. Una curación, vaya.
Dividido en dos capítulos, el segundo trabajo del trío barcelonés rebosa madurez tanto en su apartado narrativo como en el musical. Su evolución es evidente. Desde luego no fabrican hits de radiofórmula ni recurren a ganchos ni a atajos: sus canciones se disfrutan a fuego lento, paladeando cada detalle, como haríamos con una buena novela una tarde tonta y lluviosa de otoño. O como haríamos con un buen vino, o con buen sexo… decidan ustedes su analogía favorita.
Próximos Conciertos De The Death Of Robert:
25 de noviembre – Barcelona (sala Taro) + con Pleens
9 de diciembre – Madrid (sala Maravillas) + Pleens y Semana Santa
The Death of Robert emerge en 2018 en la escena musical barcelonesa como un proyecto revolucionario de rock melódico alternativo, con influencias de los 80-90.
El nombre de la banda, The Death of Robert, encierra el espíritu y la esencia de su música. Sus letras melancólicas, elegantes y profundamente influenciadas por el humanismo existencial de la generación millennial, abordan temas como el comportamiento humano, el existencialismo y las relaciones personales.
El 20 de octubre, The Death of Robert lanzan su segundo álbum, The Deer. Manteniendo el carácter de su exitoso primer disco, The Deer mantiene la esencia distintiva de The Death Of Robert pero también explora nuevas sonoridades más profundas y oscuras, agregando una capa adicional de misterio a la ya distintiva propuesta artística de la banda.