La cantante y compositora emergente Ana Luna regresa hoy con el video musical de su último sencillo, “Dance in a Trance”. Codirigido por Noah Hoffman, Will Curtis y Ana Luna, el video se desarrolla en una habitación surrealista dentro de un enorme almacén, difuminando los límites entre la realidad y el espacio emocional interior.
En el centro, un hombre y una mujer enmascarados —que representan al ex amante de Ana y a su yo del pasado— participan en una danza que se desarrolla mientras Ana (actual, sin máscara) observa, interviene y finalmente confronta su pasado. Las máscaras sirven como un poderoso símbolo de distancia emocional y anonimato, permitiendo a los espectadores proyectar sus propias historias en los personajes.

“Decidí mantener sus rostros ocultos porque no se trata de una persona en particular, sino de la emoción”, explica Ana. “Quiero que los espectadores proyecten sus propias historias en los personajes, no que se les diga quiénes son”.
El videoclip profundiza en los temas de la canción: la memoria, la identidad y el dolor de intentar alcanzar a alguien que está justo frente a ti, pero que nunca te ve realmente. El video plasma esa dualidad interna en forma física: el baile de máscaras como representación del pasado, el entorno surrealista como reflejo del mundo emocional de Ana —un vasto espacio vacío con una cama individual en el centro, que resalta lo pequeño que uno puede sentirse bajo el peso de sentimientos no resueltos— y su beso final al hombre enmascarado como un acto de cierre, no de reconciliación.
Nacida en Ucrania, criada en París y ahora residente en Los Ángeles, Ana Luna es una narradora nata cuya música es tan cinematográfica como emocionalmente cruda. Aunque siempre supo que estaba destinada a ser artista, Ana inicialmente se centró en la actuación y mantuvo la composición en un lugar reservado. No fue hasta la universidad, tras años de crecimiento emocional y trabajo interior, que finalmente se permitió dejar de darle tantas vueltas y sumergirse de lleno en la música. Con el tiempo, ha forjado un sonido característico que se mueve con fluidez entre el dream pop, el rock alternativo y las baladas melancólicas, creando canciones que se sienten celestiales, sensuales y reflexivas.
Ana aborda la música como una forma de terapia y narrativa, utilizándola para procesar heridas, examinar comportamientos y crear espacio para la sanación. Sus canciones exploran las complejas capas emocionales subyacentes, preguntándose de dónde provienen nuestros sentimientos, qué revelan y cómo moldean nuestra forma de ver el mundo. Mientras prepara su álbum debut, Ana Luna canaliza su voz en canciones que invitan a la conexión, la introspección y la sanación.
