En esta pieza vemos a Morat desde el otro lado de una cámara que se atreve a hacernos protagonistas y partícipes de lo que acontece en un espacio reducido, con primeros planos, compartiendo con la banda esa complicidad que les caracteriza en el que aparecen tocando en directo con sus instrumentos en ristre.
Se da un ambiente perfecto, íntimo, y desde ese set describen una historia que nos es familiar, que todos hemos vivido o vamos a vivir en algún momento a lo largo de nuestras vidas, y es que la locura en el amor y la luna de miel tarde o temprano pasan y no se trata de buscar cosas nuevas a partir de ahí, sino de buscar las segundas primeras veces.